Testigos y Mensajeros de algo Asombroso_Pc
- ricardopinzon3128
- 30 mar 2016
- 9 Min. de lectura

Testigos y Mensajeros de algo Asombroso
Hechos 1:8 (PDT) 8 Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder. Serán mis testigos en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y en todo el mundo.
Para llegar a ser un testigo de Jesús se necesita mucho más que haber oído el nombre de Jesús, incluso no basta con haber asistido alguna vez a una iglesia en donde se predique el nombre de Jesús. Ser testigo de Jesús conlleva a dos aspectos completamente necesarios para todo cristiano:
1. Conocer a Jesús. 2.Dar testimonio de Jesús
1. Conocer a Jesús
Nadie puede ser testigo de Jesús si antes no ha tenido un encuentro personal con Jesús. Por definición, un testigo es alguien que ha visto u oído de primera mano acerca de algo de lo cual tiene conocimiento, por ello para ser testigo de Jesús antes hay que tener un encuentro personal con Él, es decir que le debe conocer.
¿Qué es un encuentro con Jesús?
Desde niño recuerdo haber escuchado con mucha frecuencia el nombre Jesús. Durante muchos años asistí todos los domingos a una iglesia que predicaba bajo el nombre de Jesús, pero sin embargo no había tenido nunca un encuentro con Jesús. Incluso no sabía ni cómo hacer para comunicarme con Él, ya que lo único que sabía hacer era repetir palabras que creía iban dirigidas a Jesús.
Cuando joven era frecuente que a solas me arrodillara a citar de forma repetitiva la oración del padre nuestro y varias veces más, una oración que supuestamente iba dirigida a la madre de Jesús. Sin embargo esto era algo mecánico, lo cual hacía de esa forma debido a que era la única manera que me habían enseñado para comunicarme con el creador. En cierta ocasión tuve la oportunidad de orar por una persona que padecía de una enfermedad terminal y no pude decir más que un par de palabras, pues no sabía cómo comunicarme con el Dios todopoderoso para interceder por esa persona. Dicho evento marco mí vida, pues me di cuenta de cuán lejos estaba de Dios y de que realmente no le conocía.
Conocer a Jesús va mucho más haya que el solo hecho de saber que Él existe. Santiago dice que “19 Tú crees que existe un solo Dios. ¡Muy bien! Pero hasta los demonios creen en él y tiemblan de miedo.” (Stg 2:19 Tla). Un encuentro con Jesús es haber experimentado un nuevo nacimiento, es algo sobrenatural que transforma tú forma de ver, pensar y hablar acerca de Dios. Es haber experimentado un cambio de rumbo en la vida, en cuanto al pecado ya no estás cómodo con él y en cuanto a Dios ahora te identificas con Él.
Es interesante notar en las escrituras la transformación que hombres comunes tuvieron luego de su encuentro con Jesús, los discípulos por ejemplo pasaron de ser pescadores comunes a ser “pescadores de hombres”, se convirtieron en hombres valientes, que hablaban sin miedo (Hechos 2:38-40) y que estuvieron dispuestos a dejarlo todo por el Señor. De igual forma, Pablo, quien era un perseguidor de la iglesia, se convirtió en uno de los más fervientes Cristianos cuando camino a Damasco tuvo un encuentro con el Cristo resucitado (Hch. 9:1-22).
El día que tuve un encuentro con Jesús mi vida cambio por completo, hice una confesión sincera, sin llegar a imaginar cuanto podría influir en alguna manera el resto de mi existencia. La oración fue bastante sencilla, reconociendo que era pecador y que Jesús había muerto por mis pecados. No vi que los cielos se abrieran, ni tampoco vi caer fuego del cielo, pero sin embargo ya nunca más fui el mismo a partir de aquel día. A los pocos días me encontré con una gran sed de conocer más de Jesús. Por primera vez abrí la Biblia no por obligación de leerla, sino por el deseo ferviente de conocer más del Señor.
A partir del momento en que reconocí mi posición como pecador me fui paulatinamente convirtiendo en un Testigo de Jesús. Ahora puedo decir que conozco a Jesús y que se de primera mano todo lo que Él puede hacer en la vida de una persona. Ahora no solo sé que Jesús fue un personaje histórico, sino que también mi vida entera gira en torno a Él. Lo primero que Jesús hizo en mi vida fue enderezar mi rumbo, lo cual sin duda ha generado grandes transformaciones en todas las áreas de mi vida que en realidad no esperaba recibir, pero eso ha sido secundario comparado con la gran llenura espiritual que ahora tengo, pues ya no camino sin rumbo. Ahora tengo un propósito por el cual vivir. Ahora sé por qué estoy en este mundo.
2. Dar testimonio de Jesús
Para ser testigo de algo o alguien, se debe dar a conocer a otros los hechos de los cuales se ha llegado a tener conocimiento. No se puede ser testigo de Jesús, cuando no se testifica a otras personas acerca de Jesús.
Después de que Pedro tuvo su encuentro con Jesús resucitado y fue lleno con el Espíritu Santo, él “con otras muchas palabras testificaba” (Hch. 2:40). No había forma de que alguien detuviera el deseo que Pedro tenía de hablar a otros acerca de Jesús. En el primer sermón de Pedro se convirtieron a Jesús “como tres mil personas” (Hch. 2:41). Al poco tiempo de su encuentro con Jesús, el apóstol Pablo comenzó su primer viaje misionero (Hch. 13:1-5), después de ello vinieron otros viajes misioneros en los cuales Pablo testifico a todo el mundo conocido en su época.
Muchos no comprenden por qué los cristianos tenemos un deseo ardiente de testificar acerca del Señor. A ellos les parece algo incomprensible el ver a personas que están decididas a sacrificar ciertas cosas por el hecho de poder hablar a otros acerca de Jesús. No entienden como alguien sacrifica tiempo y recursos con tanto ímpetu a una labor de naturaleza espiritual. La explicación al comportamiento cristiano de testificar es bastante sencilla, el encuentro con Jesús ha tenido un impacto tal que hace germinar de lo más profundo del ser la necesidad de contar a otros acerca de la experiencia vivida, pues es algo sin precedentes e inigualable en la vida del ser humano.
¿Entonces todos los cristianos están llamados a ser Testigos y Mensajeros?
Romanos 10 (NTV)
13 Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». 14 ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? 15 ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: « ¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!»
Enfoquemos nuestra atención en lo que Pablo nos dice en el versículo 14 “¿y cómo pueden oír de él a menos que alguien se los diga?” Alguien tiene que dar a conocer la verdad a los hombres. No sabrán del Salvador a menos que se les hable de Él. El Evangelio no será revelado a los hombres por medio de ninguna operación sobrenatural; debemos llevarlo. No pueden aprenderlo si nadie les enseña. Ningún hombre conocerá el Evangelio a menos que alguien se lo diga, verbalmente, o que le regale algún libro o folleto, o por una carta, o por la predicación abierta de la Palabra. Alguien debe darlo a conocer al hombre, pues, ¿cómo creerá en aquel de quien no ha oído, y cómo oirá sin haber quién le predique?
Entonces, ¿quién debe hablar de él? Cualquiera que pueda hablar, debe hacerlo. A menudo me asombro ante algunos cristianos que pueden hablar sin cesar de cualquier tema, desde la política, los deportes o lo que sea, pero no hablan nunca en nombre de Cristo; me temo que ellos tendrán que rendir cuentas por tantas palabras y conversaciones que al final no llevaron a nadie al conocimiento de Cristo. Hay muchísimas personas que deberían predicar el Evangelio, pero que no lo hacen. Toda persona que conozca el Evangelio debe darlo a conocer. “Y el que oye diga: Ven.”
Cuando oigan el Evangelio díganlo a alguien más; ustedes, cristianos, están todos obligados, en proporción a sus dones y su oportunidad, a dar a conocer el Evangelio. “¡Cómo!”, -dirá alguno- “yo creía que esa era la responsabilidad de los sacerdotes.” Precisamente es así, es únicamente para los sacerdotes; pero todos los creyentes son sacerdotes. Por Su gracia poderosa, nuestro Señor Jesucristo nos hizo reyes y sacerdotes para Dios; y es nuestro deber, como también nuestro privilegio, ejercer esta bendita función sacerdotal de decirles a los hijos de los hombres, la vía por medio de la cual pueden ser salvados. Entonces, cada hombre que conozca a Cristo, y cada mujer y cada joven, también, están obligados a hablar de Cristo, de alguna manera u otra, a todos los que los rodean.
Para esta obra, no se requiere de un alto grado de dones. No dice: “¿Y cómo oirán sin haber un doctor de teología que les predique?” No dice: “¿Y cómo oirán sin un predicador popular que les predique?”. Yo doy gracias a Dios porque debo mi conversión a Cristo a una persona desconocida, que no ostentaba ningún título, ni preparación teológica; pero al menos podía decir esto: “Miren a Cristo, y sean salvos, todos los términos de la tierra.”
Yo aprendí mi teología, de la cual no me he desviado, de una anciana que era cocinera en la casa donde yo trabajaba como ayudante del maestro. Ella podía hablar acerca de las cosas profundas de Dios; y cuando tenía la oportunidad de escuchar lo que tenía que decirme, como una cristiana madura, sobre lo que el Señor había hecho por ella, yo aprendí más de su instrucción que de cualquier otra persona que haya conocido desde entonces.
No se requiere de la preparación de una universidad para que puedas hablar de Cristo; algunos de los mejores obreros de la iglesia cuentan con muy poca educación formal, pero llevan muchas personas a Cristo. Sigamos adelante hablando del amor de Cristo, aunque tengamos muy pocos dones o nos sintamos débiles e inadecuados. Ahora, hoy, desearía poder motivar a todos para que se conviertan en testigos y mensajeros, que hagan saber a alguien la historia maravillosa de la cruz.
Hablen con algún individuo si pueden. Si no pueden hacerlo, escríbanle. Si no pueden escribirle, envíenle una enseñanza, o regálenle un folleto. Sólo deben mantenerse dando a conocer a Cristo. Si cada cristiano diera a conocer a Cristo a alguien, ¡qué organización misionera tendríamos! ¿Cómo podrían oír si no hay alguien que les predique? Entonces, que cada uno de ustedes se convierta en un mensajero, hablando de alguna manera o de otra, y dando a conocer de una forma u otra, la maravillosa doctrina de la salvación por la fe en Jesucristo.
Es lamentable que alguien viva y muera sin conocer el Evangelio. Muchos cristianos no tienen ni la menor idea, de cuánta absoluta ignorancia impera en esta ciudad acerca del Evangelio de Cristo. A menudo escucho historias que me han asombrado y me han aterrado acerca de la ignorancia de quienes me rodean acerca del Pecado, la Gracia salvadora a través de Cristo y el Arrepentimiento para salvación. Podría pensarse que, como muchas personas asisten hoy en día a alguna iglesia ya conocen pero se asombrarían si se tomaran el tiempo de observar si realmente dichas personas han tenido un encuentro personal con Cristo.
¿Por qué hablamos de “naciones paganas”? Tenemos una a nuestra puerta. Entre más se entregue un hombre al oficio de “ganar almas”, más se horroriza, más se asombra y se aterra ante la necesidad que hay de dar a conocer el Evangelio de Cristo. Y ahora están dando paso a nuevas teologías, e inventando falsedades. ¡Vamos! Publiquen a Cristo otra vez. Proclamen a Cristo crucificado. Proclamemos como en la reforma y con la sinceridad de Lutero: “¡crean y vivan!” Clamen otra vez “la salvación es toda por gracia, por medio de la fe en Jesucristo.”
Dios quiera que todos prediquemos de esta manera. Si todos los miembros de la iglesia de Cristo estuviesen resueltos a testificar el Evangelio de la gracia de Dios, entonces veríamos que los hombres oyen; entonces descubriríamos que los hombres creen; y los hombres creyentes son hombres salvos.
Preguntas Para El Grupo.
1. Menciona cual era tu concepto de Jesús antes de tu encuentro con él. ¿Cuáles dirías que fueron los primeros cambios que notaste en tu vida o que otros vieron luego de tu encuentro con Jesús?
2. Coméntale al grupo una razón personal que te haya motivado en el pasado a compartirle a otro el mensaje de Salvación acerca del perdón de pecados. ¿Te arrepientes alguna vez por no haber compartido de Jesús en algún lugar o a alguna persona? Puedes comentarlo con sencillez.
3. Menciona los nombres de quienes Dios haya usado en un comienzo de tu vida para que llegaras a un encuentro personal con él ¿Qué clase de personas eran?
4. ¿Podrías afirmar después de hoy que aquello que dice Hechos 1:8 y Romanos 10:13-15 te involucra a ti como testigo y mensajero del Evangelio de Cristo? Elabora ahora mismo una lista de 5 nombres de personas a las cuales ya les hayas compartido de Jesús pero creas que debas hacerlo nuevamente, escribe otros 5 nombres de personas a quienes no les hayas compartido antes y creas que debes hacerlo.
5. ¿Qué medio diferente a una conversación has usado para ser un mensajero de Dios? ¿Qué herramientas conoces que puedas usar en el Punto de Encuentro?
Aunque no existe una manera única de llevar el mensaje y tu experiencia con Jesús te capacite para hablar inmediatamente ¿Sabías que en la Iglesia te pueden apoyar para compartir el mensaje? Puedes recibir herramientas en el Stand de Evangelismo y cada domingo podrías tener el audio de la enseñanza para compartirla y las notas de la predica en pdf para enviar.
Basado en: http://testigodejesus.com/; Sermones de Spurgeon—Volumen 2. Software Bíblico Logos.
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