Eligiendo el camino de la Felicidad
- ricardopinzon3128
- 4 may 2016
- 8 Min. de lectura

Eligiendo el camino de la Felicidad
Juan 15 (TLA) 11 »Les digo todo esto para que sean tan felices como yo.
Por qué no tienes que elegir entre la felicidad y la santidad
Es común escuchar a muchos pastores y a creyentes en general diciendo: “Dios nos llama a la santidad, no a la felicidad”. Hay verdad en esto pero a medias. Pues todos hemos visto a cristianos perseguir lo que ellos pensaban les haría felices, haciendo de la felicidad la meta de su vida, cayendo de cabeza en inmoralidad sexual, alcoholismo, materialismo, y obsesión con el éxito.
Cuando estos predicadores hablan así de seguro están intentando oponerse a esa tendencia humana de poner preferencias y conveniencia antes de la obediencia a Cristo. Todo suena muy espiritual, y podemos citar a innumerables autores y predicadores que predican de esta manera. Pero creer que la Santidad y la Obediencia se oponen a la verdadera felicidad es estar completamente equivocados.
Hay varios errores al hablar así, incluyendo el hecho de la inconsistencia interna que sin duda viviremos al hacerlo. Sin duda hemos de admitir que todo creyente que vive una vida de adoración en donde obedece por amor a encontrado felicidad profunda en Cristo; Llamar a la gente a rechazar la felicidad en favor de la santidad es ineficaz. Puede funcionar por un tiempo, pero no a largo plazo.
Alguien dijo alguna vez: “El pecado es gozo envenenado. La santidad es gozo pospuesto y perseguido”.
¿Felicidad versus santidad?
Considera Levítico 9:24: “Y salió fuego de la presencia del Señor que consumió el holocausto y los pedazos de grasa sobre el altar. Al ver esto, todos lanzaron gritos de alegría y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente”. El Dios radicalmente santo hizo descender fuego, y ellos hicieron ¿qué? ¡Cayeron con el rostro postrado…y “lanzaron gritos de alegría”! Esta extraordinaria respuesta fluye de la absoluta santidad de sumisión combinada con la absoluta felicidad de alabanza.
Del mismo modo, 2 Crónicas 6:41 dice, “que tus leales servidores se alegren en tu bondad.” (NTV). Ser santo es ver a Dios tal como es y llegar a ser como Él, cubierto en la justicia de Cristo. Y puesto que la naturaleza de Dios es ser feliz, entre más seamos como Él, más felices seremos.
Entendamos esto, Dios es decididamente y absolutamente anti-pecado, pero en ningún sentido anti-felicidad. De hecho, la santidad es lo que asegura nuestra felicidad.
Viaja por el Camino Real
En la cultura occidental la opinión popular sostiene que los estándares morales elevados son tontos, degradantes, e ideas humanas de mentes estrechas: imposibles de mantener y contrarios a la felicidad. Esta mentira ha sido extraordinariamente eficaz. Pareciera que tenemos que elegir entre pecar para ser felices y abstenernos de la felicidad.
Si creemos la mentira que al decir no al pecado decimos no a la felicidad, entonces ninguna cantidad de autocontrol nos guardará en última instancia de la búsqueda de la felicidad en el pecado. John Piper escribe:
Disfruta de una satisfacción superior. Cultiva tus capacidades para el placer en Cristo… Fuiste creado para atesorar a Cristo con todo tu corazón: más de lo que atesoras el sexo o el azúcar o los deportes o el ir de compras. Si tienes poco gusto por Jesús, los placeres que compiten triunfarán.
La santidad no significa abstenerse del placer; la santidad significa reconocer a Jesús como la fuente de placer más grande de la vida. Como Charles Spurgeon lo puso, “La santidad es el camino real hacia la felicidad. La muerte del pecado es la vida de gozo”.
El encuentro con lo irresistible
Con demasiada frecuencia nuestro mensaje al mundo se convierte en un falso evangelio que presenta una carga imposible: para ser cristiano debes renunciar a querer ser feliz y en vez de eso optar por ser santo. Pero “renunciar a la felicidad; y en su lugar elegir la santidad” no son buenas noticias, y por lo tanto no es el verdadero evangelio. En realidad, se asemeja más a la visión del mundo legalista de los fariseos que Jesús condenó (ver Mat 23:2-4). El teólogo Bruce Ware dijo una vez, “De los ochenta niños que crecieron en nuestra iglesia, mi hermana y yo podemos contar con una mano los que ahora están caminando con Jesús”.
Si se les das la opción, las personas que crecen en iglesias evangélicas probablemente van a elegir lo que parece ser la felicidad encantadora del mundo sobre la santidad obediente de la iglesia. Satanás trata de manipular el juego al llevarnos a creer que no podemos tener ambas, felicidad y santidad. Ofrécele a la gente una opción entre tener hambre y sed o tener comida y bebida, y su elección es obvia. Sin importar que la comida pueda estar envenenada con cianuro o la bebida inyectada con arsénico. Cualquier oferta de felicidad, con o sin santidad, siempre va a ganar sobre una oferta de santidad desprovista de felicidad.
“Qué poco sabe la gente que piensa que la santidad es aburrida”, escribió C.S. Lewis a un amigo. “Cuando uno se encuentra con la verdadera santidad…es irresistible. Si incluso el 10% de la población mundial la tuviera, ¿no estaría el mundo convertido y feliz antes de fin de año?”.
Como el ADN espiritual
La doble hélice del ADN está perfectamente balanceada en el centro de la vida humana. Dos hebras se envuelven entre sí, formando un eje de simetría y proporcionando un complemento perfecto para cada una. Dios ha hecho la santidad y la felicidad para que disfruten una relación similar: para que cada una se beneficie de la otra. Para aquellos de nosotros que somos cristianos, nuestras vidas deberían sobreabundar con ambas. Ninguna sola será suficiente; juntas son esenciales para la verdadera vida Cristocéntrica.
Cuando Jesús dice “Sean ustedes perfectos” (Mat 5:48), debemos reconocer que parte de lo que Él se propone es una verdadera felicidad en Él. Nuestro placer se gana en aquellos momentos de descubrir de primera mano el por qué los caminos de Dios son realmente mejor. Entre más descubrimos sus caminos y experimentamos la bondad de Su santidad, menos vamos a tratar de encontrar felicidad fuera de Él.
¿Cómo luce un cristiano? ¿Sabías que la alegría es una de las mejores formas que tenemos para identificarnos en este mundo?
Si le preguntarás a alguien cómo luce un cristiano, sin duda muchos responderían que son aquellos que no beben, fuman, bailan, o tienen tatuajes. Durante gran parte de mi vida, yo también pensé que el cristiano se definía por las cosas que no hacía. Es importante señalar que hay muchas personas confundidas con respecto a la apariencia de un cristiano.
Usualmente cometemos dos errores. Primero, porque sentimos una gran presión por aprobar nuestro cristianismo delante del mundo, y obviamente tratamos de hacerlo a través de nuestras obras. Seguramente Cristo nos está conformando a Su imagen poco a poco, pero intentar validarnos delante de los demás por nuestras obras siempre será una batalla perdida. Por esta razón los cristianos tienen la fama de ser hipócritas. Esta manera de pensar es errónea porque cuando apuntamos la mirada del mundo hacia nuestras obras “santas”, corremos el riesgo de quitar su mirada sobre la perfecta santidad de Cristo y Su gracia inmerecida con nosotros. El segundo error que cometemos es definir la vida cristiana con actividades y prácticas no necesariamente prescritos por la Biblia. Decimos cosas como: “Esa persona no puede ser cristiana porque…” y listamos comportamientos condenados quizás por la cultura, pero que bíblicamente no definen, o descalifican, al cristiano.
¿Cuáles deben ser las características que revelan a un cristiano? ¿Cuánto tiempo debes estar con alguien para darte cuenta que es un cristiano? ¿Qué diferencias notables deben haber entre los cristianos y no cristianos? ¿Estamos dejando que la cultura, y no la Biblia, defina lo que es ser un cristiano? Entonces, bíblicamente, ¿cómo luce un cristiano? Aquí va una característica indiscutible.
Ser feliz es una característica del verdadero seguidor de Jesús
Isaías 61 (TLA)
61 El fiel servidor de Dios dijo: «El espíritu de Dios está sobre mí, porque Dios me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos, y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad. 2 »Dios también me envió para anunciar: “Éste es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación, y para vengarse de nuestros enemigos”. »Dios también me envió para consolar a los tristes, 3 para cambiar su derrota en victoria, y su tristeza en un canto de alabanza.
Al leer lo que Jesús haría una vez que viniera a este mundo a cumplir con la voluntad del Padre te das cuenta que el propósito no era solamente llevarnos al cielo, el deseaba restaurar nuestra vida, devolvernos la alegría que habíamos perdido al estar lejos de él y sumergidos en el pecado. Dios es nuestra alegría. Fuimos diseñados para adorarlo, para vivir junto a él.
Así que ¿Cómo debería realmente lucir un cristiano? Piensa que algo que caracteriza al cristiano es la obra de Cristo en nuestra vida, el resultado permanente de Cristo en nosotros es el fruto del Espíritu. Esto se refiere a lo que Gálatas 5:22-23 nos menciona: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, humildad, fidelidad, domino propio.
Este listado está lleno de atributos que son prácticamente imposibles que el ser humano los fabrique por sí mismo. La segunda característica que leemos es la alegría y esto es lo que identifica a un ser humano feliz. Cuando el cristiano refleja de manera genuina estas características mencionadas puede reflejar ante el mundo la obra sobrenatural de Dios en su vida.
Por eso a lo largo de la Palabra de Dios encontramos que una de las características más fuertes de Su pueblo es la alegría. Los Salmos están llenos de proclamaciones del gozo que tendrán los que están en su presencia.
Salmos 16:11 (TLA) 11 Tú me enseñaste a vivir como a ti te gusta.
¡En tu presencia soy muy feliz! ¡A tu lado soy siempre dichoso!
Cuando entendemos el evangelio —que hemos sido redimidos y comprados por Dios a pesar de nuestro pecado para vivir por la gloria de Dios— el resultado siempre será una vida de alegría. El problema más fuerte que enfrentábamos ya fue conquistado, la muerte ya perdió. Ya no hay razón de tener temor, amargura, resentimiento, porque en Cristo encontramos gozo y placer eterno.
Los cristianos deberían vivir vidas llenas de alegría. Vidas llenas de risa. Vidas llenas de placer, no importe la circunstancia en la que se encuentren. Todo, para el cristiano, tiene un sentido y significado diferente. La comida no es algo que solo nos sostiene, es algo creado de parte de Dios para nuestro placer. La música y los artes no solo son algo bonito, sino que reflejan la imagen de un Dios creador. Todo lo que hace el cristiano debería hacerlo pensando en el gran Dios quien, en Su gracia, nos ha dado un mundo lleno de recursos, oportunidades, aventuras, y experiencias que apuntan a una realidad futura en la cual viviremos en perfecto placer con Él.
Si quieres vivir y verte como un verdadero cristiano, debes poder llevar una vida feliz, pero no hablamos de aparentar que lo eres, sino realmente ser feliz. Si empiezas desde hoy a tomar las decisiones correctas, si entiendes que al creer en Jesús elegiste el camino de la felicidad podrás corregir todas aquellas actitudes y decisiones equivocadas que te han impedido disfrutar de aquello que Dios quería traer a tu vida a través de una relación cercana con Él…
Preguntas Para El Grupo.
1. ¿Crees que es común que el mundo (incluido tú en algún momento de tu vida) tenga una idea de un Dios anti-felicidad? ¿Por qué?
2. ¿Cómo le explicarías de manera sencilla a alguien la relación que existe entre la verdadera felicidad y la santidad a la que Dios nos llama?
3. ¿Cuáles son los dos errores comunes que cometen los cristianos al querer mostrar a otros como luce un verdadero cristiano?
4. Intenta explicar con sencillez y claridad por qué la felicidad es una marca o característica de un verdadero discípulo de Cristo.
Te recomendamos escuchar la enseñanza del domingo 24 de abril de la serie Hábitos de la Felicidad.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition.
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