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La pizza es para compartir

  • Foto del escritor: ricardopinzon3128
    ricardopinzon3128
  • 6 sept 2016
  • 7 Min. de lectura

Efesios 4:11-16 (PDT) 11 Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros. 12 Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. 13 Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección. 14 Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. 15 Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y 16 el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor.


Menú 9. Mi relación con los demás, la pizza es para compartir Hoy la iglesia tiene muchos ministerios. Hay pastores que cuidan de las ovejas, líderes y sublíderes que lideran, responsables de alabanza que hacen que la gente participe más, ujieres que acomodan, maestros que enseñan, profetas que dicen cosas, evangelistas que salen a la calle a hablar de Jesús, tesoreros que cuentan cuánto dinero da la gente, líderes de jóvenes que cuidan de los jóvenes, músicos, co-pastores e incluso apóstoles que no sé muy bien qué es lo que hacen.


Un montón de posiciones para hacernos crecer. Según Efesios 4, estos están puestos ahí para que los santos, es decir nosotros, crezcamos para ser como Jesús. Pero esa no es la verdad, al menos no es toda la verdad. Si seguimos leyendo el capítulo nos damos cuenta de que para crecer lo más importante no son las líneas de autoridad, ni los ministerios “nominales” puestos por Dios. Con permiso del apóstol Pablo (este sí lo era) he puesto un “corta y pega” del capítulo cuatro de efesios para que lo leas, pero no te acostumbres, cuando te pongan una referencia en un libro, búscala.


Lo imprescindible es que “maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor”. (v. 15) Sin esto será imposible crecer. Cuántas veces he visto iglesias llenas de ministerios, pero vacías de esta práctica fundamental. Sin este principio estamos ciegos, perdidos. Podremos programar mil reuniones, nombrar cien líderes, pero no ayudaremos a los miembros de la iglesia a crecer.


En mi vida cuando más he crecido no ha sido en un supermensaje, sino cuando alguien, a quien considero mi amigo, se toma la molestia de escucharme, de decirme la verdad acerca de mí, de lo que hago y soy, pero con amor y comprensión. Así he podido sentir de verdad lo que Dios piensa de mí y me ha dado una oportunidad de crecer. Y esto se debe practicar de forma natural. Debemos fomentar que la iglesia hable la verdad en amor desde todos los ángulos: En el púlpito, en las reuniones, en los hogares, y entre nosotros, unos a otros.

Aceptarnos y motivarnos a cambiar

No basta solo con hablar verdad. Hay gente que siempre va con la verdad por delante, pero sin amor, esto tampoco hará crecer.


Otros en cambio tienen tanto ¡tanto amor! que no hablan la verdad por temor a hacer daño, y esto tampoco es sano y no es amor verdadero. Es necesaria la verdad en amor, como en otros lugares lo expresa: la misericordia y la verdad, a la vez. “Con amor y verdad se Perdona el pecado, y con temor del Señor se evita el mal”. Proverbios 16:6


Te reto a volver a leer todo el capítulo 4 de Efesios y sacar tus propias conclusiones; verás cuánto nos hace falta esforzarnos un poco más y no relegar la responsabilidad a los “ministerios”, cuando en verdad depende de nosotros el crecer a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. No desmerezco lo que Dios ha puesto en nuestras iglesias locales para dirigirnos o presidirnos, pero debemos también reconocer nuestra responsabilidad y cumplir con lo que Dios nos manda, y sobretodo ser consecuentes con la Escritura.


En la igleburger pretendemos crecer de otras maneras, reuniéndonos y haciendo como que nos llenamos de su Espíritu y maduramos porque nos ponen las manos encima y queremos ir por atajos que la Biblia no enseña. Entre otras cosas la comunidad local fue inventada por Dios para afilarnos unos a otros, trabajar unos con otros, moldearnos, servirle en medio del maremágnum de las relaciones genuinas. “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”. Proverbios 27:17.


Es muy arriesgado hablar la verdad en amor porque te expones, porque descubres tu corazón a los demás, porque te quitas todas las máscaras y las murallas que esta sociedad te ha enseñado a crear para protegerte.


Volviendo a la literatura “cristiana” he de decir con dolor en mi corazón, que a veces tampoco han estado acertados en este punto. Nos han enseñado a mantener las distancias con los demás, a no implicarnos, mirando en primer lugar nuestro propio bien, nuestro bienestar, dejando en segundo plano a los otros. Desde la autoridad de la psicología humanista hay pastores que nos han enseñado a no conectar con la gente, a ser egoístas en nuestras relaciones; aunque no lo digan así, es lo que hay en el fondo de la cuestión. ¡Y cuánto dolor han generado! ¡Cuánta soledad y cuántas lágrimas! Todo lleno de palabras bonitas o técnicas, y desvirtuando la Escritura. Enseñanzas que poco tienen que ver con Su palabra: “Pues toda la ley puede resumirse en un solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Gálatas 5:14.

No necesita demasiada explicación ¡hazlo! Atrévete a hablar la verdad en amor, buscando siempre el bien de la persona con la que hablas, igual que te gustaría que hicieran contigo, como a ti mismo. Dios está ahí en medio. No “vayas a la iglesia” solo para alimentarte tú. Ten en cuenta a los demás.


Él énfasis para crecer como cristiano está en el “nosotros” no en el “yo”. A nuestra carne, nuestro yo, le duele cuando nos dicen que nuestro crecimiento no depende solo de nosotros, de cuanto oramos o leemos la Biblia nada más. Nos molesta saber que dependemos de los demás para crecer, pero así nos lo enseña la Palabra de Dios y así debemos movernos en la iglesia. Si no, nunca alcanzaremos la madurez que tanta falta nos hace.


Y si queremos ver un cambio real, debemos verlo en primer lugar en las personas que tienen la responsabilidad de tomar la iniciativa para inspirar a otros a buscar más de Dios. Sí, ellos deben ser los primeros, quizás tú debes ser el primero, quizás yo…


¿Y qué nos enseña el Maestro? (Mateo 14:14-22)

La Biblia nos relata una historia asombrosa en la cual Jesús alimenta a miles de personas a través de unos pocos. Aquel día Jesús les iba a enseñar a sus seguidores a dar de comer a los demás y el precio que tenían que pagar. Había cinco mil personas (al menos) y muy pocos recursos en sus manos para alimentarlos a todos. Quizás la solución fácil hubiera sido mandarlos a la hamburguesería más próxima. Pero no, Jesús no quería desperdiciar esa oportunidad. La gente se sentó. Ahí vemos un montón de grupos de gente, niños, hombres y mujeres, tirados en el césped, esperando. Jesús los amaba y quería darles de comer, ya les había enseñado muchas cosas, pero también tenían necesidades físicas que suplir. A este grupo la Biblia los llama “la multitud” los que estaban recostados, v.19. Hoy en día la cosa no ha cambiado demasiado. La multitud sigue recostada esperando que les den de comer. Jesús los amaba, sí, y les dio de comer, aunque sabemos que cuando ocurrió la cruz, ninguno de esos cinco mil entraron en la historia; y en Hechos capítulo 2 (esto es un ejemplo de referencia que hay que buscar) solo había 120 personas esperando la promesa para trabajar.


Hoy las iglesias están llenas de gente recostada que oyen lo que Jesús les dice, pero quien sabe si algún día se levantarán del césped. Aun así insisto, Dios los ama. Pero hay un grupo especial. En medio de ese gentío hay doce personas de pie (No se sabe cuántos Discípulos había pero el contexto nos habla de que probablemente eran los doce).


Con doce cestas

Ellos también tenían hambre, tenían las mismas necesidades que los demás, pero estaban de pie, cada uno con una cesta prácticamente vacía, con unos trocitos de pan y pescado. Jesús bendijo esos pocos recursos, y mientras esos nuevos camareros servían a los demás, veían que los recursos no se agotaban sino que superando toda lógica, cada cesta se iba llenando en la medida que repartían. Los discípulos tenían hambre, pero no podían comer, tendrían que esperar, un discípulo piensa en servir en primer lugar.


Un líder piensa en servir en primer lugar, incluso a los recostados. Al final de la historia, después de dar de comer a cinco mil personas, a esos doce se les hacia la boca agua. Estaban más que cansados, imagina un restaurante con doce camareros para atender a tanta gente. Pero así lo hicieron, un trabajo agotador.


Pero al final de la jornada, esos camareros tenían en sus manos cada uno una cesta llena de panes y peces. Aquel día aprendieron a servir a los demás, aprendieron a depender de Jesús, a amar a la gente como Él los amó, a saber repartir con equidad, a trabajar con denuedo, a no quedarse recostados, a no formar parte de una multitud acomodada, a trabajar con los pocos recursos que tenían, a obedecer a Jesús, incluso cuando no les apetecía. Y quizás inspiraron a otros con su ejemplo. Aquel día, estaban aprendiendo lo que era ser un discípulo de Jesús a través del servicio a los demás.


Recuerda que Dios no busca clientes, busca discípulos y quiere que nosotros hagamos discípulos y no personas que solo esperan el próximo menú. No preguntemos ¿Cuánta gente hemos alimentado? Sino ¿A cuántos hemos enseñado a dar de comer?


Postre Para El Grupo.

1. ¿Crees que necesitas a los demás para crecer? ¿Cómo piensas que lo estás demostrando?

2. ¿Puedes poner un ejemplo de lo que es hablar la verdad en amor? (Ponte de acuerdo con alguien en el grupo para dramatizarlo rápidamente)

3. ¿Sientes que estas involucrado tú en el crecimiento espiritual de los demás? (Menciona oportunidades que encuentras en el punto de encuentro para hacer esto) b. ¿Cómo se involucran otros en tu crecimiento espiritual? Explica.

4. ¿Qué podemos aprender del pasaje de los panes y los peces?

5. ¿Qué ventajas tiene ser un “recostado” y que ventajas tiene ser un discípulo? ¿Qué prefieres ser?

Te recomendamos escuchar la enseñanza del domingo 04 de Septiembre de la serie Me vuelves loco.

(Publicado originalmente en Igleburger (p. 56). Álex Sampedro)


 
 
 

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